Oye, que manía tiene la gente con esto de no poder ser puntuales. ¡Y las excusas! siempre las mismas y la siguiente vez, vuelta otra vez… tú lista y arreglada y de plantón durante el tiempo que se tercie… Y siempre soy yo la estresada…
¡Cómo si el tiempo no se nos acabara a todos por igual…!
De las cosas locas que me enseño mi madre hippie, una muy importante fue respetar el tiempo ajeno y siempre me he sentido orgullosa de mi puntualidad, pero el precio de mi «excentricidad» ha sido, como a la eternísima Sara Montiel, esperar y esperar, durante horas, fumando como una posesa a lo largo y ancho del globo.
Y después, hay más esperas; están las esperas del médico, que para un receta y un vistazo así por encima, para esas tienes que ser » paciente» durante 3 cuartos de hora, y luego, detrás de la viejecita en la cola del banco y no digamos si tienes un papel burocrático ininteligible que solucionar urgente, (DEJEMOS ESE TEMA PORQUE ME CONVIERTE EN UN BICHA MALA DE VERDAD)... -Siéntese ahí y espere un momentito-...(saca el sudoku, la lista de la compra y la Biblia, que va para largo)….Y esperamos al amor de nuestra vida y desesperamos para que lleguen las vacaciones, los días festivos y bla bla bla…
A mí no me importa demasiado esperar, porque tomo ese tiempo en observar el mundo y a la vida pasando por él ¡hay tanto que observar! y he hecho de mi buena costumbre un hobby.
A lo que voy. Con esto de evolucionar en la vida, me he dado cuenta que con los años, muchos hábitos han cambiado de un modo radical y total, y lo que ha cambiado inesperada e insospechadamente es la “espera”.
Esta reflexión de hoy esta dedicada a toda esa gente que he conocido en lo que yo defino “El nuevo arte de esperar”, porque ninguna de nosotras, incautas, pensamos que entre todo lo que nos ocultaron a la hora de ser madre, había también incontables horas de espera; horas y horas esperando que las criaturas aprendan a nadar, a ver si por fin, puedes leer el Hola/Cuore/Semana tranquila en la piscina, sabiendo que como poco, flotan…por fuera del fútbol, ese sitio helado en las afueras, donde observas como un halcón a ver si el niño tiene dotes y te jubila pronto… en el logopeda y el psicomotricista, a ver si el niño habla y deja de pegar en el patio del cole, para ver si las madres perfectas te dejan de mirar de reojo…
Eso sin querer enfatizar demasiado de los cumpleaños infantiles, donde yo no quiero esperar, sino salir corriendo a la carretera a ver si con suerte me atropellan.
Y ¿te fijas que somos casi siempre mujeres?, porque los hombres que esperan se mimetizan y se vuelven invisibles. De ellos hay que aprender,
1- porque suelen estar más ocupados para estar llevando al niño a ninguna parte, y
2- si les toca, entran como en un estado de misteriosa hibernación…Necesito imperiosamente aprender esa técnica
Nosotras no. Nosotras socializamos y procedemos con cautela, porque hablemos claro, no solemos tener pinta de tener nada en común, menos yo con estos pelos, y hablamos de los niños y de lo monos que son y de cómo van las toses/mocos/enfermedadestropicales, super corteses y cuidadosas, que no sabemos bien que tenemos enfrente…
Aunque con las verdaderas amigas de esperar, hay un nosequé misterioso que sientes que te une y con ellas te dejas de chuminadas y de niños muertos y pasas en un plis plas a despellejar a los maridos, a quejarte del mundo y a hermanarte, cada martes por la tarde, un poquito más… Y caes en la cuenta que gracias a ellas, en realidad no quieres volver a fumar para matar el tiempo y un buen día, hasta las echas de menos y sucede el milagro de la AMISTAD
¡Porque en la espera, muchas cosas estupendas suceden y yo no me quiero perder ni una! en la espera, muchas cosas estupendas suceden y yo no me quiero perder ni una!
¡Así que venga!, una ola a esas amistades inesperadas, que sin darnos demasiada cuenta, nos salvamos la vida cada día al mediodía, los lunes y miércoles, de 6:30 a 7:15, los martes a las 2:30, los viernes a las 12:00 en ese sitio tan latoso para aparcar…
¡Gracias Universo!
Yo espero fatal, se me activa el gorgonismo de una forma enfermiza, debo de tener un gen teutón que no entiende por qué de casa no se viene comido, bebido y con las necesidades fisiológicas resueltas. Acepto muy mal el quedarme media hora más en una cola porque alguien está » desayunando «, el tener que aguantar indecisos incapaces de hacer una lista de la compra en casa y gente en general que tiene ganas de ser escuchada a toda costa. Espero mal en aeropuertos, supermercados, médicos y con gente que tarda una vida
en descifrar un menú. Desespero con los que quieren un » cortadito » que ni su amante rendido le prepararía.
Y con los impuntuales se me despierta la psicópata que llevo dentro. Cuando en la vida tienes más ayeres que mañanas cada segundo es importantísimo y nadie debería restar. Disfrutemos de aquellos que suman.
¡Amen!
Yo llevaba mejor esperar cuando fumaba. Ahora uso el móvil para las esperas. En defensa de mis esperas he decir que he parido historietas realmente ingeniosas en esos ratos. También he reflexionado, escrito cartas, hecho listas de la compra, planificado maletas/viajes/jornadas/estrategias amorosas, abandonado sueños, imaginado locuras, resuelto enigmas…
Mi padre nos enseñó que hacer esperar era una falta de respeto casi imperdonable. Como no nos gusta hacernos esperar, a veces llegamos antes de tiempo y ya desesperamos ANTES de que llegue la hora. A los que no nos acostumbraron a esperar no nos gusta que nos esperen tampoco. Los alemanes son impacientes porque lo consideran una falta de educación gravísima. Así nos criamos. Para bien y para mal.
También he de decir que desde la omnipresencia del móvil la gente es aún más informal y más impuntual como si decir «llego tarde» ya excusara ese comportamiento tan incívico y a la vez FÁCILMENTE REMEDIABLE.
Qué nos gusta complicarnos la vida ….
Lo de esperar tiene como fases, mecagoento, cambiodepie, miroelreloj, miroenderredor20veces, definitivamentestasmuerto….
Como algunas veces, no hay plan B, esperas y es ahí donde sucede la magia… Que le den por culo al que tiene que llegar!, pasan tantas cosas a tu alrededor que no tenemos tiempo de apreciarlas y secretamente, agradeces esa pausa en el corre, corre diario… Aunque eso, ni remotamente, justifica la impuntualidad….
Dios !!! Yo detesto esperar, pero que me esperen no y soy de esas personas que ponen mil y una escusa por la tardanza , como tengo dos niños , un perro un gato y el pitbull de mi marido que nunca va a ningún cumple para no esperar PERO#ESTOY#CAMBIANDO#ESO.COM# aunque eso de estar mirando alrededor cuando se espera es realmente maravilloso y muy productivo jajajajaja.
Amo tu ESTOY#CAMBIANDO#ESO.COM#…!! Xoxoxoxox
¿Ah de manera que la impuntualidad no es uso exclusivo de pueblo mexicano? Ya decía yo que lo que se hereda no se hurta y sin duda ahora entiendo que nos viene de los Españoles, entre la viruela venía el gen de la impuntualidad que mezclada con el «un momentito por favor» y esa maravillosa sonrisa indígena como resultado tenemos un pueblo «valemadrista»
¿¡Ay qué son 20 o 30 minutos!? ¡nada hombre, no te sulfures! Y pues sí, sí se quiere vivir en estas tierras no hay que ponerse «flamenco» mas bien, hay que rezar mucho a la virgencita de Guadalupe para que un día no se trate de un transplante de corazón que el de nalgas con tanta espera ya bien se merece.
Ahora al menos en las oficinas públicas ya se ve muy mal que la susodicha tras el mostrador se este pintando las uñas o comiéndose senda torta de jamón que hasta al mismo Chavo del 8 se le caería la baba sólo de verla. Gracias a Dios la gente cada día está más estresada, y no falta quien se asome de entre la fila para gritar un respectivo «ya estuvo bueno hija de la chingada ni que uno tuviera tu tiempo» Yo ya tengo un tiempo ensayando el grito ahora me limito a mis ojitos de pistola.
Mi problema es que trabajo con «gringos» y para esos descoloridos el tiempo es dinero para nosotros sagrado y como el dinero está sobre Dios… pues hay que llegar a la cita justo cuando cae el último grano de arena, si se llega 5 minutos antes pues a esperar 5 granitos de arena para tocar el timbre.
Total, que a sonreír y «no hacer tangos» que quién lo resiente no soy yo sino mi hígado.
¡Saludos a todas las curvilíneas, y como no hay que ser sexistas… ‘pos a algún curvilíneo que ande por aquí!